07 abril 2008

Café con pastas


Me abrió la puerta enseguida. Sus ojos centelleaban con impaciencia. Me esperaba.

Pasamos a una habitación espaciosa, decorada con instintos barrocos, y me señaló una silla frente a una mesa camilla preparada para tomar café. Dos tazas, un azucarero y una bandejita con pastas caseras. Me sirvió un café caliente y sentí la caricia de su vapor oloroso -con leche, por favor-, mientras invadía mis sentidos.

Me acercó la bandeja con las pastas. Coja una, están hechas en casa, murmuró. Adiviné en su rostro impasible una vanidad expectante, deseosa de recibir elogios. Así lo hice, por supuesto. No me costó demasiado, el dulce estaba buenísimo, delicioso. De hecho, de buena gana habría repetido. No me quedan como antes, ya no estoy tan ligera, susurró. La melodía de sus palabras era estudiadamente nostálgica, pero la sinfonía delataba la mentira. El ritual requería de su demostración de modestia, combatida por mis adjetivos desbordantes de admiración y entrega.

Cuando terminamos el café, y la conversación comenzaba a pesarnos por su flojera, se aclaró la garganta varias veces y guardé silencio. Te he hecho venir porque necesito pedirte algo muy importante. Asentí con la cabeza y la miré intentando transmitir toda la complicidad y atención de que era capaz.

Sus ojos se escondían bajo capas de párpados, como hojas de calendarios desprendidas y amontonadas unas sobre otras. Los rasgos estaban cubiertos por centenares, miles, millones de minutos de emociones encontradas. Imposible adivinar cuál tocaba ahora. ¿Rabia, quizás? ¿Un asomo de dolor, tal vez? La boca se curvaba para dejar paso a las palabras. Había pliegues justo en los bordes, orillas erosionadas por oleajes embravecidos. Aquella no era la boca de alguien que no se sabe imponer.

Sacó un papel de un bolsillo de su bata de abuela, y lo depositó encima de la mesa. Sus movimientos eran suaves, estudiados y precisos. En el pliegue de la muñeca había una intención, en el roce de los dedos, torcidos e invadidos por manchas de otoños, demorándose en el mantel al dejar la hoja, había un rastro de dominio. Estas son mis posesiones, y este papel, mi orden.

Carraspeé, su silencio me comprometía. No sabía cómo actuar, pero tenía claro que aquella hojita era el objetivo. Alcanzarlo, sin parecer ansioso, era mi fin. Encontrar la palabra precisa para no decepcionarla, mi siguiente paso. Por supuesto, señora. Estoy a su entera disposición, dije con voz neutra.

Sonrió, le había gustado mi rendición. Por favor, termina el café y tómate otra pastita, que están muy ricas. Su voz sonó dulce y cantarina. Cuando termines, no te olvides de llevarte ésto. No necesitaba aclarar a qué se refería. Los dos nos miramos y asentimos a la vez. Los ojos brillaron con destellos de inteligencia y algo más. Algo parecido a la furia, a la fuerza inabarcable de alguien que desborda un cuerpo anciano, que no parece pertenecerle.

Bueno, yo me retiro ya, mi cuerpo no me responde como quisiera y necesito descansar un poco, pero tú tómate tu tiempo para terminar el café, querido. Sonrió de nuevo, y dejó que volviera la noble anciana que me había recibido. Después, puedes irte. Inclinó dulcemente la cabeza y acompañó el gesto con una sonrisa que confortaba almas perdidas. Empujó torpemente la silla hacia atrás, y sin aceptar mi ayuda para levantarse, se incorporó pesadamente y salió de la habitación.

Respiré hondo. Era mi primera prueba y parecía que la había superado. Cogí el papel. Lo desplegué. Cuatro letras. Un nombre y una dirección.
La de la persona que tenía que matar antes de que terminara el día.

Me serví más café y mordisqueé una pasta. Estaba deliciosa. Decididamente, esta vieja sabía hacer bien las cosas.

19 comentarios:

julio-entuinterior dijo...

¡¡Jo... con la vieja...! Yo pensé: alguna herencia..., pero sí, si.

No, si al final me voy a convertir en un adicto a la lectura con estos relatos.

Muy bueno, muy intrigante

Un abrazo

Avellaneda dijo...

Pues si, vaya con la vieja... He leído el relato de cabo a rabo metiéndome en la historia pero sin poder saber qué es lo que se proponían los personajes y claro, el final ha sido una sorpresa!
Me ha gustado como has utilizado una escena típica (salvando las distancias) para terminarla con un mazazo que, despues del punto final es el mejor fin que podrías haber elegido.
Me ha gustado ésta frase: "Sus ojos se escondían bajo capas de párpados, como hojas de calendarios desprendidas y amontonadas unas sobre otras"
Como siempre, un verdadero placer, amiga escritora.
Un beso...bueno, mejor un abrazo ;)

AnaR dijo...

¡¡Vaya final!! Me ha encantado prque me encantan los finales impredecibles.Has hilado y llevado muy bien la historia , llevando al lector paso a paso y sin darle ni un mínimo atisbo de como acabaria.Muy bueno.

Gracias por tu visita y por tus palabras en mi espacio,Tamara.Me alegra saberte como lectora, pero más haber llegado hasta aquí.Nos leeremos.

Un abrazo

raindrop dijo...

glups... ¡vaya con la venerable ancianita! ¡una expendedora de pasaportes era la vieja! jaj

En cuanto al relato, me ha gustado mucho la descripción de la ancianidad en los rasgos de la protagonista y el sorpresón final que me ha dejado descolocao. Buenííísssimo :)

(y, puesto en clave cinematográfica, hay un pequeñito error de raccord que también m'ha encandilao: los protas empiezan tomando café y, al final, del mismo recipiente acaba saliendo té) ;D

un besazo

Tamara dijo...

Querido Julio,
Cuando lo leyó mi chico, pensó igual que tú..¡¡una herencia!! Y se pasó todo el rato esperando que llegara...creo que se sintió un poco defraudado..jeje.
¿Adicto a la lectura? Ya lo eres, con tanto blog bueno por ahí...y también adicto a la escritura.
Mil gracias por tu comentario...y para ti...¡¡un besazo enormeee!! (que sí existen, de verdad) ;-D

Mi linda Merche,
Esa era mi humilde intención, descolocar partiendo de una escena típica...mmmmmm, esas pastas ricas ricas...casi con sonido zamorano, ¿verdad? Gracias, amiga y ¡¡un abrazo fuerte fuerteeee, reinaaaa!!

Hola Ana R,
Muchas gracias por llegar hasta aquí. Es un placer contar contigo. Siempre me han gustado mucho tus versos. Te conocí por Avellaneda, de poetisa a poetisa...buena tierra la vuestra, buen germen ¿eh?
Un besazo.

¡¡Ay, Raindrop!! ¡Qué bueno el fallo de raccord! Qué risa, me parto...X-D Es que hay una historia detrás. Al principio pensé en utilizar el café, pero luego me apeteció cambiarlo por té (últimamente estoy descubriéndolo y me encanta), y con esa tontería estuve dando vueltas a las frases. Al final me decanté por el café, tan español (y delicioso), pero algo se debió quedar en mi subconsciente que volví al té al final...qué bueno, los juegos de la mente (y eso que intento tenerla siempre abierta ;-D). Ya lo corregí, mil gracias por apuntármelo.
Me alegra que te haya gustado.
Muchos besos.

Carmen dijo...

Muy buen relato, me recuerda a ARSÉNICO POR COMPASIÓN, la película de aquellas dos dulces ancianitas que caritativamente borraban los problemas de personas desgraciadas ¡envenenándoles!
Te dejé un comentario en mi blog sobre Hopper y el cine y de repente me doy cuenta que estoy en mi terreno y puede que no vuelvas a releer los comentarios así que te lo dejo aquí:
He visto que te gusta la pintura de Hopper y el cine.¿Has visto FAR FROM HEAVEN? Sus escenas están inspiradas en los cuadros de Hopper.

Un beso. Nos leeremos.

Anónimo dijo...

¡Que bueno! el final ha sido una sorpresa total, yo estaba esperando saber a quién le había dejado la herencia. Pues que requetebien logrado tu relato.
Un beso.M.

EL INSTIGADOR dijo...

Me ha tenido en vilo hasta el final soepresa. Un relato muy bien escrito, pura ficción que es lo que me gusta, y que he leído varias veces para no perder detalle de las preciosas descripciones. En cuanto al personaje masculino..¿No crees capaz a una mujer para recoger el encargo? Es menos probable pero la historia me ha recordado a Nikita.

Besos

Tamara dijo...

Hola Carmen,
Mil gracias por dejarte caer por aquí y por comparar este relato con "Arsénico por Compasión". Qué más quisiera yo. El juego que da la anciana con noble aspecto, que oculta a una mente fría y diabólica es...¡¡irresistible!!
Ya te contesté en tu blog a tu pregunta sobre la peli "Lejos del cielo". Totalmente de acuerdo, cada escena parece un cuadro de Hopper. Me gustan sus cuadros por lo que muestra y lo que se percibe detrás. Son escenas congeladas en el tiempo, con unos personajes cargados de posibilidades. Siento debilidad por él, lo reconozco.
Un besazo grande.

Ay, mi Marcelilla reguapa, me alegra verte por aquí poniéndote "al día" (jejejeje). ¿Quién quiere una herencia cuando puede tener...algo más? ;-D
Muchas gracias por mantenerte al pie del cañón siempre.

Hola Instigador,
Es un placer tenerte por aquí. Me ha gustado que apuntaras que podría ser una mujer la que recogía el encargo...porque no está mal pensado. De hecho, ¡me gusta tu idea! En este juego de luces y sombras, donde nada es lo que parece, habría estado bien que que la "ejecutora" fuera mujer,para acabar de romper los esquemas. Y sí, la verdad, le habría pegado a alguien tipo Nikita...:-D
Muchas gracias por tu comentario.
Un besote.

Tanhäuser dijo...

Un texto magnífico con un final completamente sorprendente.
¡Qué bien escribes!
Un abrazo

Tamara dijo...

Muchas gracias Tanhäuser, se hace lo que se puede, con esfuerzo y dedicación...y siempre que se puede...jeje.
Un placer tenerte por aquí.
Un beso.

Martunis dijo...

Hola Tamara,

También yo te acabo de descubrir...gracias a tu comentario, que por cierto me ha hecho mucha ilusión...no sé quien serán mis pajaritos aunque sin saberlo lo agradezco igual.

Me encanta tu blog; si bien la cocina es mi mayor afición, me encanta leer y de pequeña escribía cosillas, aunque no puedo compaginar tantas cosas...admiro tremendamente la gente que es capaz de hacer sentir con lo que escribe y, de verdad te lo digo, tu lo consigues...me gusta lo que escribes y entraré a menudo a leerte!

Gracias por visitarme!

Un beso,

Marta

Tamara dijo...

Bienvenida, Marta, ven cuando quieras, estás en tu casa...sólo siento no poder ofrecerte alguno de los dulces deliciosos que tienes en tu web (y que algún día probaré a hacer).
Escribir, cocinar, crear, casi casi es lo mismo. Le pones energía, alma, corazón, dedicación, esfuerzo, sufrimiento.
Me ha hecho mucha ilusión tu visita, de verdad.
Muchos besos.

SOLOYO dijo...

Qué bárbara! magnífico relato! Buenísimo de verdad!

Me ha flipado esta metáfora:

Sus ojos se escondían bajo capas de párpados, como hojas de calendarios desprendidas y amontonadas unas sobre otras.

Genial, sencillamente... enhorabuena.

Sarastro dijo...

me ha encantado! es Patricia Highsmith total!

ybris dijo...

Me ha encantado tu excelente relato por su soltura, belleza y su sorpresa escondida.
Seguiré leyéndote.
Gracias por visitarme.

Besos.

Tamara dijo...

Querida Soloyo,
Muchas gracias, guapa. Me alegra que te guste. Ya sabes que los ojos son auténticas fuentes de información...:-D
Un beso gordoooo

¡¡Susana!! ¡Cuánto bueno por aquí! Uao, vaya piropazo me acabas de soltar, maja...¡¡Patricia Highsmith!! Más quisiera yo...jeje...pero muchísimas gracias.
Un besazo enorme.

Hola Ybris, muchísimas gracias por pasarte por aquí. Pásate cuantas veces quieras. Tendré café/té y pastas para todos, pero no con sorpresita, claro...jeje.
Tu blog me ha encantado, ya te enlacé y todo, para seguir disfrutándolo. Escribes muy bien y transmites tanta sinceridad y honestidad, que resulta muy fácil engancharse.
Un beso.

Avellaneda dijo...

Me ha gustado tu homenaje a La Dinamitera, esa mujer que conocimos este verano en una experiencia increíble de oir nuestra historia... pensé en escribir un poema homenaje para ella pero nadie mejor que Miguel Hernandez para eso
Un beso camarada

Tamara dijo...

Un beso también para ti, camarada Merche. Pudimos contemplar y compartir un momento histórico: todas aquellas grandes mujeres juntas mostrándonos de qué es capaz el ser humano si tiene firmes convicciones y compromiso con un futuro de igualdad y justicia. Aquello fue una lección magistral. Los versos de Miguel Hernández, las mejores palabras.