30 julio 2008

Cicely

A ti, mi amor.


"La primavera está a punto de brotar, Perséfone ha vuelto y aquí en Cicely el hielo está gimiendo, a punto de romperse con ese exquisito y ensordecedor rugido. Es época de locura, época de sacar los colmillos y dejar que nuestros ojos brillen para que la bestia que llevamos dentro pueda aullar con alegría no mitigada. ¡Oh, sí, éxtasis, bienvenido seas! ¡AUUUUUUUH!"
Chris Stevens en "Chris por la mañana", en K-BHR*

Cicely nos recibió con el rujido atronador del deshielo. La locura se cimbreaba en el aire, denso, de la primavera recién alumbrada. Todo estaba alborotado. Por las altas cumbres se escurría el invierno, derretido por el impulso constante de las estaciones. Alaska era una fiesta.

En el Brick nos atendió Shelly con su estupenda sonrisa. Nos explicó que Maurice no tardaría en venir y mientras nos llenaba las tazas de café, nos propuso tomar un buen desayuno mientras esperábamos. Llevaba en la mano un libro desvencijado. Tenía un extraño color amarillento de abandono, y ella nos confirmó que esa novela de Danielle Steel la utilizaban todo el año para calzar la pata coja de la mesa del almacén. "Es el deshielo, que me empuja a leer como una loca", se disculpó.

"Cicely, el hielo comienza a romperse, es tiempo de asomar instintos, despejar equilibrios y atrapar pasiones. Esto último, eso sí, con precauciones. Dejemos que el viejo Marvin nos explique cómo curarnos del deshielo". La voz de Chris nos hizo sonreír. Desde la emisora K-BHR atrapaba fantasías y divagaba filosofías con la compañía de la mejor música. Como este caso. Los primeros acordes del Sexual Healing, de Marvin Gaye se deslizaron por la barra del Brick aflojando caderas y activando cuerpos.

Holling asomó la cabeza por la puerta de la cocina cargado de pedidos. Con las manos ocupadas por los platos, se las ingenió para atrapar por la cintura a Shelly y dar unos pasos de baile, mientras ella protestaba sin intención de soltar su abrazo. A nuestro lado se sentó Ed, sumándose a nuestra risa. Tenía los ojos más luminosos que había visto jamás. Había cientos de linternas encendidas detrás de sus pupilas. Una hoguera bramando de ideas nuevas, un mundo escrito en fotogramas. Porque Ed quería ser director de cine.

Ruth-Anne estaba sentada a su lado, y fue ella la que le animó a enseñarnos el cuaderno en el que tenía escrito y dibujado el storyboard del corto que estaba rodando. Nos explicó escena por escena el guión de su nueva película. Un paseo por la diversidad de rostros y la fecundidad de ideas que latían en la pequeña comunidad de Cicely. "Woody me aconsejó que mirara y observara lo que tenía a mi alrededor, porque esa iba a ser mi mejor inspiración", aclaró. No me atreví a interrumpirle, pero cuando de Woody pasó a Martin, sin dejar de nombrar a Francis, ni olvidar a Steven, recordé su fructífero y abundante intercambio epistolar con los mejores directores de cine norteamericanos de los últimos tiempos.


La fuerza de las palabras de Ed nos impidió darnos cuenta de que llegaba Maurice, acompañado de la sargento Bárbara Semanski. Venía, él, con la mirada arrobada y el belfo rendido de admiración ante su amada. Venía, ella, ofuscada por la cantidad de coches mal aparcados que se había encontrado de camino, y con la mano fatigada de tanto poner multas.

Nos saludaron atentamente, y quedamos con Maurice en acercarnos a ver la casa que había puesto en venta. Ruth-Anne nos invitó a pasarnos después por su tienda para hacer acopio de todo cuanto necesitáramos. "También tenemos una pequeña biblioteca, y tal vez te apetezca ayudarme a ordenarla y ampliarla", me dijo con un guiño cómplice. Su abierta sonrisa calentaba como leña en hoguera. Había paz y confianza en sus ojos. Ojos que retienen una o dos cosas, lo imprescindible, porque lo han visto todo ya.

Acompañados de Maurice, salimos del local, justo a tiempo para cruzarnos con Maggie y el doctor Fleischman, que venían riéndose a carcajadas. Maggie nos había traído en avioneta desde Anchorage, atravesando polvo de nube, esquivando montañas y rodeando picos. Al frente, un azul imposible que echaba chispas. Abajo, una tierra indómita y frágil, acogedora y distante en su belleza rotunda. Maggie sonreía mientras nos señalaba todo desde su cabina. Estábamos entregados a sus explicaciones, rendidos a la promesa de un lugar que nos tocaba con su tacto azucarado, tentador.

Me sorprendió verlos reír, en lugar de andar envueltos en discusiones agrias por nada. Maggie y Joel venían acompañados de un aroma de complicidad, intencionadamente oculto en sus palabras y gestos. El nido de almas complementarias y espíritus afines que les enredaba en tantas discusiones en el baile de la atracción, les precedía abriendo camino. Había electricidad sexual en sus diálogos, y no podían ocultarlo.

Maggie nos saludó y nos presentó a Fleischman. Yo estaba tan emocionada con ese encuentro que para cuando me di cuenta de lo que hacía, ya estaba en los brazos del doctor plantándole dos besos sonoros de fan entregada. Noté cómo se ruborizaba por mi gesto espontáneo, y Enrique improvisó una disculpa entre carcajadas: "Discúlpela, doctor Fleischman...es su primer deshielo en Cicely". "Y eso que todavía no he saludado a Chris", confesé entre risas.

Afuera hacía buena temperatura. Corría un airecillo revoltoso que enredaba pelos y pensamientos. La voz de Chris me pellizcó de nuevo. Pasábamos por delante de la emisora, y desde su sitio, nos saludó con la mano.
"Nuevos amigos por las calles de Cicely. Vienen de muy lejos, pero en sus ojos se adivina la ilusión del que parte con la emoción de caminar a Ítaca, no alcanzarla. En su largo camino de sirenas, lestrigones y cíclopes, como diría el gran Kavafis, nos han encontrado, y aquí estamos, encantados de saludar con ellos la llegada de la primavera."
Su voz se escuchaba por todo el pueblo, pero la intensidad de sus ojos verdes dándonos la bienvenida fue un regalo que nos brindó sólo a nosotros dos, viajeros de manos entrelazadas, sin más equipaje que una bolsa con anhelos y esperanzas.

En la puerta de la consulta del doctor Fleischman estaba Marilyn. Su largo pelo negro estaba recogido en horquillas con flores de colores. Como un campo recién abonado en primavera, asistiendo perplejo al avance de sus flores y cosechas. Estaba radiante, se preparaba para el festival de recibimiento de la primavera de la tribu. Nos contó, en dos escuetas frases, que se reunían los jóvenes en la ladera de un monte sagrado para comer, bailar, beber...¡¡y enrollarse!! ¿Enrollarse?, pregunté sorprendida, pues creía que se trataba de alguna especie de ceremonia ancestral de concertación de matrimonios. "No, ahora nosotras también decidimos. Y decidimos enrollarnos", concluyó con una sonrisa grande rubricada por los hoyetes de sus mejillas.

En la calle, un alce nos esperaba. Frente al cartel del Roslyn Café, nos miraba fijamente. La pareja de fundadoras, Cicely y Roslyn, no podían haber escogido mejor sitio para invocar la libertad. El alce mostraba su perfil de naturaleza orgullosa. Su imponente cornamenta nos apuntaba sin mayores pretensiones. En sus ojillos brillantes no había juicios, ni reclamos. No había expectativas, ni ambiciones. Sólo paz, sosiego. El silencio de la ausencia de ansiedad, el vacío liberador que queda tras derrocar la tiranía de la angustia.

Enrique y yo nos miramos. Sonreímos. Sus ojos, mi luz. Mi boca, su fuente. Nuestras manos se entrelazaban y saludamos al alce.
Alaska nos estaba dando la bienvenida.


*Por cortesía de Joshua Brand y John Falsey, creadores de la magnífica serie de TV "Northern Exposure" (en España, "Doctor en Alaska").
**La imagen de la aurora boreal en Alaska es de Joshua Strang. El resto de fotos son tomadas de Internet. Si sus autores no están conformes con que se muestren aquí, simplemente con decírmelo, las retiro inmediatamente.
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Muchas gracias, Estrella Altair, por mirarme con tu sencilla mirada y endulzarme la inspiración con tu sincero premio.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por hacerme decubrir la serie de "Doctor en Alaska" contigo y tener nuestro ratito de tranquilidad y de desconexión diario.
Me siento parte de ti, te siento parte de mí.
Te quiero y te necesito.

ybris dijo...

Preciosa evocación de un precioso lugar en una inapreciable compañía.

Besos.

Avellaneda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Avellaneda dijo...

Ay mary!!!!!!!!!! pero, pero, qué suerte joía que has paseado por Cicely con Enrique y los has visto a todos!! ¿no achuchaste a Chris? si llego a ir yo y les pillo... ni él ni el Dr Fleischman tienen mundo pa' correr

Ha sido una lectura deliciosa, me he sentido dentro del paisaje ¡tantas veces he querido estar en ese bar y observar horas y horas a todos esos personajes!...

Comparto con vosotros dos esa pasión por Doctor en Alaska, serie encantadora y mítica, por cierto ¿ya teneis la tercera temporada? ¿ya esta a la venta? ¿y yo con estos pelos???

Un relato perfecto, tanto que me ha dado pena que se acabara, y ¿sabes? has conseguido que lo vea en imágenes. Un beso escritora y otro para tu amor también, que no se me ponga celosón ertuenriqueeee :o)

Tamara dijo...

Cariño, contigo a Cicely de cabeza...te quiero.

Gracias, Ybris. Hay veces en que idealizamos ciertos sitios imaginarios, y los convertimos en algo así como estados de la mente. Refugios, evasiones, cuevas donde cobijarte de las tormentas. Y esta serie es algo así para mí, desde la primera vez que la vi...allá por los lejanos 90. Y ahora, gracias al DVD, estoy reviviendo tantas cosas y me está reconfortando tanto, que no me he podido resistir a escribirlo.
Un besazo.

Ay, maja, maja, maja...si ahora que estamos en Cicely instalados...¡¡lo que tienes que hacer es venir a vernos, que tienes artuChris esperándote!! Incluso, fíjate tú...podías venirte a vivir aquí, que ya nos hemos acostumbrado a tenerte de vecina. No tenemos la Gran Vía de Villaverde, pero tenemos unas montañas estupendas y en el Brick siempre nos podremos tomar una cerveza en buena compañía...;-P
Por cierto, sí señor...¡¡tenemos la III Temporada!! A tu dispo cuando quieras.
Muchos besos, guapa.

Tamara dijo...

Por cierto, querida amiga escritora/poetisa Merche-AVELLANEDA, que el comentario anterior iba por ti...;-P

EL INSTIGADOR dijo...

Cuando te leo, huelo imagino y saboreo. Créeme que nos fácil que me suceda, pero pasaría horas leyendo tus descripciones, tan llenas de encanto. No soy muy televidente pero recuerdo la serie con cariño.

Un beso de un fan

Tamara dijo...

Querido Instigador, no sabes cómo te agradezco tus palabras...reconfortan y cobijan como un buen capítulo de "Doctor en Alaska", te lo garantizo.
Un besazo.

SOLOYO dijo...

Cada día me sorprendes más!
ya te tenía por una magnífica escritora pero de verdad... ¡cada día más!
me ha encantado, estoy con Instigador y Avellaneda en que nos has hecho vivirlo, nos has transportado allí, me has hecho ver las complicidades, los personajes, las miradas... sentir los ambientes, la luz, el aire, las sensaciones...
Perfecto de verdad. Enhorabuena una vez más por tu arte.

Tamara dijo...

Muchas gracias, Soloyo, te lo agradezco de veras, pero no hay ningún mérito por mi parte. Son años de admiración a un pueblo que soy capaz de recorrer con los ojos cerrados. Son años de adorar a unos habitantes que estaría encantada de convertir en mis vecinos. Lo más cachondo es que no es necesario poner el DVD para entrar en Cicely. A nuestra manera, tenemos a nuestro alrededor miles de personajes increíbles, con vivencias y sueños extraordinarios, exactamente igual que en Alaska. Y siempre inspiradores.
Y sé que me entiendes perfectamente...:-D
Besitos.

Avellaneda dijo...

¡Tengo la tercera temporada! ¡tengo la tercera temporada!!! oeoeoeoeeeeeee
Estoy viendo el primer capítulo y yastoy enganchada!!
Felicidades por ese premio guapa. A seguir escribiendo y escribiendo! ;)

mera dijo...

Lo cuentas muy bien, es siempre un lujazo pasar por aquí. ¿cuentan nubes en Alaska?

Tamaruca dijo...

Tras leer esto, ¿crees posible que alguna pareja en busca de viaje de novios escoja otro destino que no sea el alce? Sin contar que has logrado pegarme de nuevo la melodía del principio de la serie ¡sin escucharla siquiera! ¿Qué clase de recibimiento postvacacional es este? :P

Un besazo tocaya, precioso como siempre :)

Tamara dijo...

Querida Merche, ahora que ambas hemos terminado la III Temporada...¿a que sí? ¿a que una escapadita a Cicely nos vendría la mar de bien? ;-D
Muchos besos, amiga...y lo mismo te digo...¡a seguir escribiendo y escribiendo!

Ay Mera, pues fíjate en todo el vasto cielo que corona esas tierras heladas...contar nubes debe de ser toda una aventura...¿te apuntas? ;-D

Tocayita linda, Tamaruca, no se me ocurre mejor destino para unos recién casados que Cicely (al menos, durante un tiempo), de todos modos, qué te voy a decir a ti, que eres una pedazo de aventurera por partida doble: por casarte -palabra de casada- :-P, y por escaparte a tu isla del norte...¡¡qué valiente, Tam!!
Espero que todo siga muy muy bien, guapa.