21 noviembre 2008

Tras un mar hecho escalera



Este relato no empieza aquí.
El mundo incontable es sólo el punto final de un viaje que empezamos mi querida amiga Merche Lozano y yo hace varias semanas como un juego.
Si te apetece leerlo, primero tienes que llamar a la puerta de Avellaneda para saber cómo empieza esta historia. Después, si quieres, puedes volver aquí a completarla. Te estaré esperando.

Foto cedida por Marcela Bustamante.
Gracias, Marcela, por participar en el juego y ser parte de este equipo.

.../...

El relato se interrumpía abruptamente, con una pregunta inquietante con perfume de cotidianeidad. De no ser porque la formulaba una mujer que meses después iba a ser asesinada.

El inspector Alegría se rascó la cabeza rala con fruición. Aquella no parecía la declaración de una mujer que temiera por su seguridad. Más bien era el relato pormenorizado de una mujer estrenando maternidad, que rememora los vaivenes hormonales de su reciente embarazo.

Alegría resopló y arrojó los papeles de la declaración sobre la mesa con un gesto de airado pesimismo. Se inclinó hacia atrás, y miró fijamente al Irlandés. El joven alto y espigado, de facciones nórdicas y rubio pelaje, que le valía el sobrenombre de “Irlandés”, se estiró de golpe.
La mirada del inspector Alegría podía fundir el acero en un golpe de párpados. Su apellido le rondaba como una maldición, pues no había espacio en su rostro para una sonrisa, siempre ocupado en cincelar unas arrugas que le pesaban como toda la maldad del mundo.
El Irlandés carraspeó antes de abrir la boca:

- Inspector, esto es lo que queda del diario de la mujer. A partir de ahí, las hojas están arrancadas, las tapas están...
- ¿Y el marido qué dice? ¿Conocía la existencia del diario? –interrumpió bruscamente Alegría.
- Eeee…pues como sabe, se niega a decir una palabra, inspector, así que no nos ha podido decir nada del diario, en concreto, no obstante…
- ¡Venga, ya, Irlandés! No me vengas con esas, ¿me estás diciendo que se os resiste el tío éste?

Alegría se inclinó hacia delante, mirando fijamente al joven policía, criminólogo de titulación universitaria, cuerpo atlético cincelado finamente de musculatura preparada para perseguir al criminal y dominio magistral del enjambre tecnológico. Nuevas generaciones de policías, mentes jóvenes y arrogantes frente a la experiencia hecha oficio y el olfato afinado del viejo inspector.

Pero el Irlandés le caía bien a Alegría, había buena materia prima que moldear. No quiso ser demasiado duro con él, y se limitó a carraspear y a golpear la espalda del joven, tieso y duro de miedo ante la reacción de su superior.

- Irlandés, Irlandés, vamos a hablar con el marido ahora mismo, a ver qué le podemos sacar.

El joven aflojó su cuerpo al comprobar que no iba a haber reprimenda, pero apretó las mandíbulas con fuerza, sabedor de que estaba pasando pruebas y la entrevista con el marido iba a ser su gran examen.

El día estaba desapacible, se respiraba una atmósfera de primeras lluvias otoñales, y el cielo mostraba un color sucio, de barro extendido por las calles. Se montaron en el Ford Mondeo negro, y atravesaron la ciudad hasta llegar a la urbanización de casitas adosadas que se extendían en la zona más acomodada del extrarradio.

Les abrió la puerta Sebastián Pedroso en persona, marido de la víctima. Su rostro se endureció al verles, pero su voz transmitió calma cuando les invitó a pasar. El salón parecía desordenado, aun permaneciendo todo impecablemente colocado. Había una sensación de control superficial, concluyó el Irlandés, algo inestable, a punto de derrumbarse si se sabía rascar debidamente.
Se acomodaron en los sillones y el marido les ofreció un café, que aceptaron.

El inspector Alegría se ofreció a ayudar, y el Irlandés observó el comportamiento del inspector con atención. Se mostraba torpe, pero cálido, como un padre que acude al llamado de un hijo en apuros y no sabe por dónde empezar. “Seguro que es una estrategia para que el otro se confíe, qué viejo perro es este hombre, se las sabe todas”.

El Irlandés se quedó solo en el salón, titubeante y sin saber muy bien qué hacer con su presencia, y se acercó a una vitrina donde se amontonaban varias fotos enmarcadas. Comprobó que no había ninguna del niño, había muchas de la pareja, en diferentes situaciones y vestimentas, pero le llamó la atención una especialmente. Era de ella, de la víctima.

El pelo se agitaba y cubría la cara sin llegar a ocultar una sonrisa confiada, plena. Al fondo, el cielo dibujaba nubes rosadas de un prometedor y seductor atardecer. El mar formaba unos escalones tentadores que invitaban a alcanzar el cielo. La mujer de la foto sonreía feliz, su barriga abultada mostraba un embarazo muy avanzado. Todo en esa foto conducía a sentirse en plenitud, nada hacia prever que tras las nubes se cernía la tormenta, la muerte, el fin.

Sin darse cuenta, tomó la foto en sus manos, concentrado, y no se dio cuenta de la llegada del marido y el inspector con la bandeja y el café.
- Deje eso en su sitio ahora mismo, por favor.
La voz de Sebastián era gélida y dura, el eco ahogado de una garganta rota, en la que se amontonaron las lágrimas.

- Disculpe…
- ¿Qué pasó en ese viaje, Sebastián? –el tono del inspector, intentando aprovechar ese descuido en las defensas del marido, no le pasó desapercibido al joven policía. Era el tono de un padre que comprende y tiende una mano, abierta a cualquier confidencia.
- Era tan guapa, el embarazo la embelleció, pese a lo mucho que se quejaba, pero yo la encontraba más hermosa que nunca –su voz se quebró mientras cogía la foto y la aferraba con fuerza.
- Hay mujeres a las que la maternidad las pone más guapas, mi mujer también pasó unos embarazos complicados, pero bien lindos. Siéntate aquí, Sebastián, tomemos este café y hablemos un poco…

Sebastián se sorbía los mocos mientras las lágrimas rebotaban mansamente sobre su barbilla.
- Era la mujer de mi vida, eso quiero que quede claro… y ahora no tengo nada…
- ¿Dónde está el niño, Sebastián?
- Con sus abuelos, yo…no soy capaz de verlo…no puedo, no puedo…
- ¿Cuándo lo supiste?

Los ojos de Sebastián se afilaron cuando miraron al inspector, que había convertido aquello en un diálogo entre los dos, dejando al margen al Irlandés, que sólo acertaba a escucharlo todo con los ojos abiertos empapados de asombro.
- En aquel viaje, precisamente…se la veía tan feliz y relajada, que no pudo ocultarlo por más tiempo.
- ¿No sospechabas nada?
- Pues no…hombre… los síntomas eran evidentes, admito que también alarmantes, pero yo me negaba a pensar en lo que podrían significar.
- ¿A quién se le ocurrió la idea del diario?
- A ella, claro –sonrió Sebastián- tenía una sensibilidad especial, le gustaba escribir, y pensó que así podría dejarle al niño un detalle bastante completo de cómo era y cómo sentía. Le quedó muy bonito, ustedes han leído una parte, ¿verdad?
- Sí, pero falta toda la parte final. En la que cuenta, supongo, por qué te pidió que lo hicieras.
- Era fantástica y tan fuerte…pero no pudo más.

El inspector Alegría pasó su brazo por los hombros de Sebastián, que lloraba vencido, y en un susurro preguntó:
-¿Qué pasó aquella noche, Sebastián?

Era medianoche cuando el Irlandés salió de la casa. La luz de las farolas apuntaba a las calles con su foco acusador, y el silencio ahogaba el aire frío de la noche, que agitaba su paso enmudecido de golpe.

Detrás de él venía el inspector Alegría, el viejo cascarrabias le había dado una lección que nunca olvidaría. Le sobraba humildad para reconocer cuándo le tocaba callar y no cuestionar. El brillo en sus ojos no le pasó desapercibido al viejo, que le palmeó la espalda y le dijo, quedamente:
- Vámonos, hijo, que es muy tarde ya.

La sirena del coche de policía irrumpió súbitamente en la noche fría, desgarrando la paz irreal de una noche de confesiones, lamentos, angustias y ausencias. Cuando el coche pasó a su lado, vio a Sebastián, sentado en el asiento de atrás. Su mirada parecía perdida en hondos abismos de insondables dimensiones, abatida en su propia batalla para el resto de su vida.

- ¿Por qué lo haría? ¿Por qué no intentaron luchar contra la enfermedad?
- Hijo mío, algún día entenderás que la mente humana es tan rica en recovecos, requiebros y matices como colores nos muestra la naturaleza.
- Pero habían tenido un hijo, era una ilusión más por la que luchar, y él mismo ha reconocido que ella mejoró mucho cuando nació el niño, incluso en el diario se percibe que estaba mejor…
- Mejor no quiere decir curada.

El Irlandés aparcó el coche, ya habían llegado. Sólo entonces se atrevió a hacer la pregunta:
- Inspector Alegría, ¿cómo lo supo? ¿Cómo adivinó que ella fue quien le pidió que la ayudara a morir?
Los ojos del viejo inspector centellearon en la oscuridad. Se giró suavemente, miró al joven muchacho que temblaba de admiración a su lado, y le lanzó un guiño:
- Da mucho de sí ayudar a preparar un café, Irlandés.

Querida Merche, gracias por dejarme seguirte en esta aventura. Me ha encantado y me lo he pasado genial. ¡¡Somos un equipo!!

16 comentarios:

Belén dijo...

Me gustan estos cadáveres exquisitos, los textos escritos de uno a otro...

Gracias por dejarme leer :)

Besicos

Avellaneda dijo...

Bueno amiga, hemos iniciado este juego y me siento mu orgullosa por las dos. Ya te he comentado lo que me ha parecido tu relato, cómo le diste la vuelta a mi "diálogo" y has conseguido una historia redonda y genial.
Ha sido un placer el juego y sobretodo los buenos ratos que nos hemos pasado! ¿Sigues con el reloj sincronizado? :o)
Un beso enorme amiga y nos vemos!!

julio-entuinterior dijo...

¡Jod..!!, me ha dado un vuelco el corazón nada más empezar la lectura de esta segunda parte, con el cambio de la trama.
He seguido como hinoptizado leyéndolo jajaja

Enhorabuena a las dos. Os ha salido un relato muy interesante.

Un abrazo

Basquiat dijo...

vengo desde avellaneda a la cual sigo fielmente, ha sido una maravilla encontrar algo así y tan bien logrado, felicidades.

mera dijo...

Estupendo el relato y sorprendente la colaboración. Estaba pensando que eso es por ser chicas, que complementáis muy bien. Si lo hiciésemos dos chicos estaríamos a ver quien llega más lejos. Enhorabuena a las dos.

raindrop dijo...

jopé... vaya "fractura" que le pegas al relato. Al principio, es algo desasosegante esa sensación de estar perdido en algo que se creía dominar. Le das la vuelta al asunto, retomándolo pero sacudiéndolo a la vez. Y ahí está lo realmente bueno de este juego de dos tan interesante que os habéis montado: nada previsible, con el lector en jaque :D
peeeeerfecto, ya lo creo

besos
(a las dos escritorazas)

Tamara dijo...

Hola Belén, este juego nació como una aventura entre amigas partiendo de una foto elegida, al azar, por otra amiga. Sé que de esto sabes mucho, pues tú sueles recoger retos de otros amigos y, a partir de ahí, nos dejas burbujas deliciosas, así que sabrás lo divertido que es embarcarte en algo así.
Muchas gracias por entrar en la puerta de Avellaneda y terminar en el mundo incontable. Las dos estamos encantadas de recibirte.
Un besazo.

Querida Mer/Avellaneda, poco más podemos añadir...poco más que no te haya dicho ya...sólo una pregunta: ¿cuándo repetimos? ;-P
Un besote enorme.

Ay, Julio, reconozco que me quedó la cosa un poco siniestra, oscura, pero me apetecía evitar lo evidente, y además, intenté seguir los pasos de la línea emprendida por Merche...y quedaba ridículo a su lado. Ella lo había dejado redondo, tan vivo, y con un estilo tan personal que me vi incapaz de seguirlo sin que se notara como un pegote.
Me alegra que te haya gustado, muchas gracias por tu apoyo.
Un beso grande.

Bienvenido, Basquiat, te hago una confesión. Me he colado más de una vez en tu espacio, creo que manejas el lenguaje, las imágenes, los sentimientos con un talento increíble. La propia Merche me recomendó tu lectura. Así que es un honor encontrarnos tus buenas palabras. Muchas gracias por leer el resultado de este pequeño juego entre amigas.
Besos.

Hola Mera, puede ser lo que dices, no lo sé. Lo que sí es cierto es que Merche y yo contamos con la ventaja de que nos conocemos mucho, somos amigas de largo recorrido, y encima nos encanta escribir (te recomiendo a Avellaneda, talento del bueno), así que por ahí tenemos mucho ganado. Pero la idea inicial era hacer este juego con un tercer amigo que luego no participó, así que no dejo de pensar qué habría salido de una mezcla así.
Muchas gracias por leernos, un besazo.

Jaja, Raindrop, sí, la verdad es que cuando se llega a mi parte, el arcoiris se vuelve negro zaíno...jaja. Bueno, como le comentaba a Julio más arriba, cuando leí la parte de Merche (echamos a suertes quién empezaba y le tocó el marrón a ella), me encantó por su estilo tan sencillo y tan luminoso. Se lee del tirón, es casi como escuchar a una amiga embarazada, está lleno de hormonas revolucionadas y sensibilidad. Y claro, con algo tan bien rematado...¿cómo podía continuar? Lo intenté, pero no era capaz de capturar su estilo, se notaba el pegote, quedaba falso, así que pensé...¿por qué no me tiro a la piscina y le cambio el enfoque y el punto de vista? Y, como dice un amigo, ¡palante! Así es como se completó todo.
Y lo mejor es que durante este proceso de creación (largo, porque yo me retrasé), no nos cruzamos ni una sola palabra sobre lo que estábamos tramando cada una...jejeje. Simplemente teníamos la referencia de la foto y yo, luego, el texto de Merche...¡¡y no te cuento la jartá a reír que nos echamos el día en que lo publicamos todo!! ¡¡Ayyyyssssss...impagable!!
Muchas gracias por tus palabras, besitos.

EL INSTIGADOR dijo...

Un relato dividido y unido por dos escritoras de tronío. No me imaginé el vuelco tan brutal que le das a la historia con un estilo tan cinematográfico, lleno de atmósferas y con ese final tan sorprendente.

Me ha encantado. Sois lo mejor.

Besos

Miguel Molina dijo...

Precisamente hoy que he acabado de leer el libro "Amantea" de David Cantero me ha dado por entrar en tu blog. Las historias tienen al final un hilo en común, una histopria me ha recordado a la otra en cierto modo.

Con eso lo que quiero decirte es que no decaigas en seguir escribiendo proque si el tal David Cantero ha vendido libros como churros seguro que tú también podrás hacerlo.

Buen fin de semana

Nos vemos

SOLOYO dijo...

Pues será porque me hizo ilusión en mi situación que el tema fuera otra pero el cambio tan drástico... jejee

Pero por supuesto redondo y perfectamente bien escrito como siempre.

Besos.

Tamara dijo...

Querido Instigador, tus palabras me llenan de orgullo (compartido), porque si alguien sabe lo que cuesta crear una historia e intentar darle cierta consistencia, eres tú. Y si encima nos dices que te ha gustado el experimento...pues nos dejas un buen regusto que no veas.
Un beso enorme...y muchas gracias por tus palabras. Animan un montón.
PD.: ¿Te animas a sumarte, algún día...? ;-)

Jo, Miguel, cómo me gusta lo que dices...ojalá que tuviera alguna vez la oportunidad de vender libros como churros. Sinceramente, disfruto mucho escribiendo, no le dedico todo el tiempo que se merece, pero me gusta mucho, y cuando el acto de crear recoge el testigo tendido por una buena amiga y mejor escritora (o al revés, porque es buena en las dos cosas), pues es un subidón impresionante.
Muchas gracias por leernos a las dos y por dejarnos tu opinión.
Un beso grande.

Ay, Soloyo...que esto es sólo literatura, y lo tuyo es...pura poesía. ¿Hay algo más hermoso que un bebé gestándose? ¿Hay creación más bella?
Felicidades, guapa. Espero que el embarazo te de muchos momentos de intensa comunicación con tu pequeño. Y no hagas caso de una loca probando a escribir un poco historias enrevesadas...;-P
Besitos (para los dos).

Unknown dijo...

La idea de escribir las dos, me ha parecido muy interesante, la verdad, original y creativo.

La historia es triste, que duda cabe, dar a luz a un ser es una de las aventuras mas lindas que existen, pero la suerte y la vida es cruel y no piden explicaciones a nadie para que ocurra lo que ocurre y a veces lo que ocurre no es precisamente lo que se desea.

No obstante, muchas gracias a las dos por vuestros relatos.

Un beso

Unknown dijo...

Tamarita, que es Navidad, donde te metes????, bueno pues que seas muy muy muy pero que muy feliz y mucho tiempo ahora y en el 2009.

Besitos

celebrador dijo...

Ojo clínico y vista gorda

La captación directa de la realidad es un hecho, esporádico, pero no inexistente

Miguel Molina dijo...

De nuevo me paso por aquí. En este caso lo hago para desearte lo mejor para el año que está a punto de llegar.

Espero que todos tus sueños se cumplan.

Disfruta de lo que queda de éste

Besos. Feliz año. Nos leemos.

Unknown dijo...

¡¡¡Ufff!!!, Tamara vaya giro argumental, te deja sin aliento y con el corazón roto. La verdad que nadie debería morir, pero menos una madre... mira que es complejo entender al ser humano. Genial como siempre y como le he dicho a Merche, continuad realizando estos "relatos encadenados" porque os complentáis muy bien.
Te quiero.