13 noviembre 2006

Ábrego














A Paloma y Juan Carlos

Abrí los ojos y asomé la nariz por encima del nórdico. El aire olía a otoño, a hojas brillantes de lluvias primeras. Un rayo de sol se filtró por los grandes ventanales abiertos y tiñó de rojo la habitación. Las cortinas se mecían suavemente, anticipando el rastro de un viento fresco, a punto de estreno. La vista se me tropezó en el espejo. Había una sonrisa dibujada en el cristal, unos ojos negros destacando sobre el naranja más luminoso que una calabaza pueda admitir.

En la mesita de noche, el vídrio burbujeante de la lámpara parecía contener agua. Caía la tulipa en ola de cristal cobijando una foto que contenía muchas. Dos personas. Un hombre y una mujer sonreían desde un marco con sorpresa. Él, de piel morena caramelizada y corbata naranja. Ella, blanca y radiante, como una novia. Y dentro, los rostros de los que queremos y sus sonrisas, sus bailes, abrazos y guiños.

En un rincón, la mesa. Cubierta de los restos de una cena copiosa, generosa, secreta, mágica y feliz. Dos copas estilizadas lanzando destellos de cava, ya sin fuerza. Cerré los ojos y se desplegó el lienzo de un verde campo suizo veteado de un blanco deslumbrante. Los colores del mantel que descansaba tranquilo con la tarea bien hecha.

Me giré y volví a abrir los ojos. Me topé con los suyos. Grandes, oscuros, coronados con largas pestañas, vestido de luz. Y todo el calor que me turba las mejillas y relaja el alma. Y algo más. Mucho más. La fuerza, la entrega, la paz. La hoja que muere en otoño con la promesa de renacer, la mano que salva el abismo y comparte una vida. Dos amigos que cubren y quieren. Dos amigos con los que cruzar tantos puentes, subir tantas montañas y bajar tantas corrientes.

Y el viento. El viento que viene del sur con la locura prendida en su agitado caminar.

Todo eso es Ábrego.

5 comentarios:

Stupor Mundi dijo...

Que ese viento preñado de lluvia, que bonito nombre, para algo tan benéfico, nos limpie el alma de tantos fuegos.
La lluvia solo es lluvia cuando te moja y que bonito es el mundo cuando llueve. En mi lugar de paz siempre llovería y soplaría por tanto ese ágredo que tantas promesas de pureza derrama.
Que bien sonáis todos, el viento, tú y tu historia para amigos tan queridos, malgré tout...

Avellaneda dijo...

Ábrego suena a tierra húmeda, a verde de primavera y a miles de colores de otoño. Suena a compartir sonrisas y buenos momentos y a mi me da una alegría por tantos buenos momentos que habeis vivido y los que os quedan.
Por cierto, el otoño es la estación del año que más me gusta, no creas que eres la única rarita ;o)

Anónimo dijo...

Me encanta tener un poquito de culpa en todo esto.
Me he emocionado al leerlo.
Muchas gracias Tamara.

Merche .... ¡¡¡ Qué bonito es el otoño !!! Solo hay que saber verle su cara buena.

Anónimo dijo...

¡Qué mágico mezclas realidad y ficción! Qué resultado tan bonito cuando planeas un bonito futuro para que lo viva otra persona, se convierta más tarde en su presente, y después su pasado se transforme en un cuento que permanecerá con el paso del tiempo.
Y con él mi sonrisa al leerlo.

Anónimo dijo...

Tal como en un cuento, me hacen sentir tus pensamientos que deleitan y añoran aquellos momentos..........
Momentos que juntos vivimos y quedarán en el recuerdo porque es imposible borrar ese cariño, esa bondad, y sobre todo el amor verdadero.

Para siempre....

Un besito guapa!!

La Huete